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Número seiscientos veintidós
En la ciudad de Santiago a veintiséis de Mayo de mil ochocientos noventa y uno: ante mí: Jesús Fernández Suárez, Notario Colegiado, vecino de esta ciudad y testigos que expresaré, comparecen:
El Ilmo. Sr. D. Ramiro Rueda Neira, mayor de cuarenta años, casado, Catedrático de la asignatura de Derecho Penal en la Universidad de esta ciudad, publicista, jefe superior honorario de la Administración civil, Director de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, vecino de esta ciudad, con cédula clase quinta número diez y siete mil ciento cuarenta y siete del corriente ejercicio;
El Exmo. Sr. D. Joaquín Díaz de Rábago Díez de Mier, de cincuenta años cumplidos, casado, publicista, Director de la Sucursal del Banco de España en esta ciudad, Delegado Regio en la Escuela de Artes y Oficios de la misma, Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden de Isabel la Católica, vecino de esta ciudad, con cédula clase quinta número mil novecientos cincuenta y uno del actual ejercicio;
El Sr. Dr. D. Alfredo Brañas Menéndez, mayor de treinta años, casado, publicista, Catedrático de Economía política y Hacienda pública en la Universidad de esta ciudad, Vicepresidente primero de la Junta o Comité central de la Asociación Regionalista gallega, vecino de esta ciudad, con cédula clase séptima número y siete mil ciento sesenta y nueve del corriente ejercicio;
El Sr. D. Salvador Cabeza León, mayor de edad, casado, Catedrático auxiliar de la Facultad de Derecho en la Universidad de esta ciudad, Vicepresidente segundo de la Junta o Comité central de la Asociación Regionalista gallega, vecino de esta ciudad de Santiago, con cédula clase octava número diez y siete mil ciento ochenta y tres del actual ejercicio;
A quienes yo Notario doy fe conozco personalmente y considero con suficiente capacidad para este acto; y EXPONEN:
Primero
Que ocurrido, en quince de Julio de mil ochocientos ochenta y cinco, por desdicha de las patrias letras, el fallecimiento de la eminente poetisa Señora Doña Rosalía Castro, mujer legítima que ha sido del Sr. D. Manuel M. Murguía, historiador de este antiguo Reino de Galicia, surgió entre los gallegos amantes de las glorias de su patria, así entre los que moran en esta región como entre los que están ausentes en la isla de Cuba, el pensamiento de perpetuar la memoria de Rosalía Castro, erigiéndole un monumento sepulcral en tierra gallega y labrado por gallegas manos, no indigno por su magnificencia de la grandeza de la insigne muerta; siendo a la vez símbolo de la admiración entusiasta que los galaicos pechos sienten por la que fue encarnación viviente de nuestro carácter y nuestros sentimientos, de aquella que cual nadie expresó nuestro genio cantando nuestras glorias y llorando nuestras desventuras en nuestro dulce y suavísimo idioma.
Con tal propósito constituyose en la Habana una comisión de gallegos cuyo presidente señor don Juan Manuel Espada, lo mismo que el señor don Enrique Novo, Director del semanario que se publica en la misma ciudad titulado Galicia Moderna remitieron a la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago los fondos que habían reunido, a medio de una velada la aludida comisión y por suscripción Galicia Moderna. Amplióse aquella cantidad con el producto de otra suscripción análoga abierta en la Península por acuerdo e iniciativa de la benemérita Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago. Autorizado ampliamente su Director, que a la sazón lo era el Excelentísimo señor don Joaquín Díaz de Rábago, por los gallegos de Cuba para que en unión del señor don Manuel M. Murguía, viudo de la ilustre literata, acordasen, según vieran mejor, la forma y emplazamiento del mausoleo y pueblo en que había de levantarse, de unanimidad ambos señores, resolvieron el que se construyese en la capilla de la Visitación en la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad, eligiendo de entre los varios modelos de la obra presentados, uno de los hechos por el hábil escultor don Jesús Landeira con quien contrataron la ejecución del monumento en mármol, estilo Renacimiento, destinado a perpetuar la memoria y guardar las cenizas de la inmortal poetisa gallega Doña Rosalía Castro de Murguía.-- Consta todo esto más al pormenor de escritura otorgada a mi testimonio el veintinueve de Mayo de mil ochocientos ochenta y ocho.
Segundo
Emplazado en la capilla de la Visitación de la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad, en la pared mano izquierda entrando, el monumento sepulcral fue llevado a feliz término, siendo por lo hermoso de su composición, riqueza de su ornato, y esmero y delicadeza en su ejecución presidido todo ello por el gusto más exquisito, prueba relevante del genio y habilidad del peritísimo artífice señor Landeira, y gallarda muestra del brillante estado del Arte en Compostela.
Que en el fondo del arco de este monumento funerario se lee la inscripción que transcribo literalmente:
D.O.M.
PRA ETERNA MEMORIA
GALICIA
FIXO FACER POR SVSCRICIÓN NACIONAL
ESTE MOIMENTO
ONDE DESCANSA NA PAZ DO SEÑOR
A QVE FOI GRORIA DA SVA PATRIA
SEÑORA DOÑA ROSALÍA CASTRO DE MURGVÍA
FINOV EN IRIA NO 15 DE JVLIO
DO ANO DE 1885
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DOU COMEZO A SVSCRICIÓN
A COLONIA GALLEGA EN CVBA,
PO-LOS COIDADOS DA SOCIEDADE ECONÓMICA
DE SANTIAGO
DOVSELLE CIMA
Jesús Landeira fecit Compostellae
anno 1891
Tercero
Que acordada ya la traslación de los restos mortales de la inspirada poetisa gallega desde el cementerio de Iria Flavia, donde descansaban, al monumento cinerario de que se deja hecho mérito, en el cual, con asentimiento de la familia de la gran muerta, por voluntad expresa de los distinguidos patricios gallegos, habrán de reposar hasta el día de la general resurrección, se comisionó para presenciar la exhumación y acompañar a esta ciudad la conducción de los aludidos restos mortales, a los señores D. José Tarrío, D. Carmelo Castiñeira, D. Manuel Núñez y D. Juan Pereiro, los cuales han llenado su cometido a plena satisfacción de los señores comitentes-
Cuarto
Que deseando conste de un modo fehaciente cuanto a este particular concierne:
Los Ilmo. Sr. D. Ramón Ramiro Rueda en concepto de Director de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago; Excmo. Sr. D. Joaquín Díaz de Rábago, en nombre y representación de la colonia gallega en Cuba, y especial de la comisión cuyo presidente es el Sr. D. Juan Manuel Espada, así como del Director del semanario Galicia Moderna Sr. D. Enrique Novo; los señores Doctores D. Alfredo Brañas y D. Salvador Cabeza con el carácter de Vicepresidente primero y segundo de la Junta o Comité central dela Asociación Regionalista gallega, me
Requieren:
Para que acompañándoles a la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad, DÉ FE, así de la narración que me harán los señores Tarrío, Castiñeira, Núñez y Pereiro, como del acto de la inhumación de los restos mortales de la popular autora y colectora de los Cantares gallegos.
Constituido en unión de los cuatro señores requirentes y de los testigos de que al final se hará mérito, en la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad, teniendo ante mi a los señores:
Don José Tarrío García, mayor de treinta años, casado, Licenciado en Medicina y Cirugía, vecino de esta ciudad,
Don Carmelo Castiñeira Antelo, de veintitrés años, soltero, vecino de Pontevedra;
Don Manuel Núñez González, de veinticinco años, soltero, vecino de Santa María de Villardevós en la provincia de Orense;
Don Juan Pereiro Romero, de veinticinco años, casado, vecino de la ciudad de Orense, alumnos los tres de la facultad de Derecho de la Universidad de esta ciudad de Santiago.
A quienes yo Notario doy fe conozco personalmente; y los cuatro contestes hacen la siguiente
NARRACIÓN
de la exhumación de los restos mortales de la señora doña Rosalía Castro de Murguía, y de su traslación a esta iglesia de Sto. Domingo de Santiago.
Que, cumpliendo la honrosa comisión que se les había encomendado, se constituyeron en el cementerio de Iria Flavia, en el día de ayer a las diez de la mañana, acompañados del señor Alcalde de Padrón D. Marcelino Varela, y del señor Cura párroco de Santa María de Iria Flavia Don José Caamaño, los cuales designaron el sitio donde había sido sepultado el cadáver de la señora doña Rosalía Castro de Murguía, constándoles a los Sres. Varela y Caamaño por haber presenciado su sepelio. Y, procediendo inmediatamente a la exhumación, sacaron una caja de madera conteniendo otra de zinc, dentro de la cual, habiendo abierto su tapa, se encontró el cadáver de la inolvidable autora de El caballero de las botas azules, apenas desfigurado, con la ropa que le sirve de mortaja bastante conservada, advirtiéndose sobre el pecho de la gloriosa muerta un ramo de pensamientos, ligeramente decolorados y cual si estuviesen recientemente cortados, que la piadosa mano de su cariñosa hija, la señorita Alejandra M. Murguía Castro, había en él puesto cuando se dio cristiana sepultura a la eximia creadora del libro A orillas del Sar.
Que, por no mover profanamente el cadáver, tomaron, despojada previamente de su tapa, según queda dicho, la misma caja de zinc en que estaba colocado, metiéndolo dentro de otra caja de zinc, la cual tiene de longitud un metro setenta y tres centímetros de latitud y treinta centímetros de alto, que a prevención y al objeto destinada llevaban, habiéndola en el acto soldado perfectamente en el mismo campo santo de Iria Flavia, introduciéndola dentro de otra caja de madera, forrada de veludillo negro, provista de cuatro fuertes candados que cerraron con sus respectivas llaves, las cuales guardó en su poder el Sr. D. José Tarrío.
Que acompañaron constantemente la expresada caja los declarantes desde el campo santo de Iria Flavia hasta la estación del ferrocarril de Padrón, y desde ésta a la de Cornes, donde la trasladaron al coche o carroza fúnebre que estaba esperando. Organizóse allí el cortejo abriéndolo los niños del hospicio tras los que seguía el Orfeón Valverde, e inmediatamente la carroza fúnebre, el venerable clero, la orquesta y voces de Capilla, los Bomberos voluntarios, escolares de las diversas facultades, Seminario, Instituto y escuelas especiales, los Directores y redactores de los periódicos locales Gaceta de Galicia, El Pensamiento Galaico, El País Gallego, El Fin del Siglo, La Patria Gallega y El Ciclón, comisiones del Ayuntamiento de Conjo, Casino de Santiago, Recreo Artístico e Industrial, Administración Subalterna, Correos y Telégrafos, Banco de España, Caja de Ahorros, Cámara de Comercio, Sociedad Económica, Escuelas de Artes y Oficios, Veterinaria, Normal y Sordo-mudos, Colegio de Abogados, Real Cofradía del Rosario, numerosa comisión de alumnos internos del Seminario y profesores de dicho centro, Audiencia, Universidad y demás comisiones.
Presidían al fúnebre cortejo, formando el duelo, el Sr. D. Ramón de Andrés García, Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad y en nombre del mismo; el Excmo. Sr. General de brigada D. Julián García Reboredo, Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida orden de San Hermenegildo, como delegado expresamente para este acto por el Excmo. Sr. D. Adolfo Morales de los Ríos, Capitán general de Galicia; el muy ilustre señor Canónigo Lectoral de la Santa Apostólica Metropolitana Iglesia Catedral de esta ciudad, doctor D. José María Portal González en representación de la familia de la ilustre finada; el Ilmo. Sr. D. Ramón Ramiro Rueda por la Sociedad Económica; el excelentísimo Sr. D. Joaquín Díaz de Rábago por la colonia gallega de la isla de Cuba; y el señor doctor D. Antonio Calvo Troiteiro, cura párroco de Padrón, representando al clero y pueblo de dicha villa.
Formaba detrás la música de Beneficiencia, cerrando el cortejo un piquete de la guardia municipal y coches.
Santiago en masa acudió al imponente acto con severo recogimiento y religioso respeto, estando las calles cubiertas por compacta muchedumbre, y las ventanas y balcones de la carrera que siguió el cortejo cuajadas de gente.
No perdieron de vista los declarantes a la caja mortuoria durante todo el trayecto hasta llegar a la iglesia de Santo Domingo, en donde quedó depositada ayer noche sobre el catafalco, para que, en presencia de los restos dela inspirada y popular poetisa, se hiciesen las solemnísimas honras fúnebres, que Galicia celebró hoy en sufragio del alma de la preclara autora de Follas Novas.
Que esta mañana examinaron la caja, la cual estaba perfectamente cerrada con los candados, sin ofrecer la más ligera sospecha de violencia, continuando sobre el catafalco toda la mañana durante las honras fúnebres, y hasta las tres y media de la tarde, hora en que la bajaron, y abiertos por el D. José Tarrío los candados de la exterior de madera, extrajeron la de zinc que habían soldado en el cementerio de Iria Flavia, con sus soldaduras intactas, que es la misma que colocaron en el sarcófago, y tengo ante mí y los señores requirentes y testigos, afirmando solemnemente los cuatro señores declarantes que contiene los restos mortales de la egregia poetisa, gloria de nuestra tierra, doña Rosalía Castro de Murguía.
Inhumación
Examinada por mí Notario, requirentes y testigos la caja o urna de zinc metida dentro del sarcófago, se procedió por D. Jesús Landeira y dos oficiales suyos a la colocación de tres losas de mármol blanco, siendo mayor la del centro y de menores dimensiones las de los lados, uniéndolas sobre el borde del sepulcro o urna cineraria con fuerte argamasa y tres tornillos de bronce; terminado el acto a las seis y media de la tarde con un responso rezado por el muy ilustre señor Canónigo Lectoral de la Santa Apostólica Metropolitana Iglesia Catedral de esta ciudad, piadosa y devotamente contestado por el numeroso concurso que llena los ámbitos de esta capilla de la Visitación, ávido de tributar rendido homenaje a la llorada poetisa, expresión fiel de los recuerdos y esperanzas del pueblo gallego, señora doña Rosalía Castro de Murguía.
Firman esta acta con los señores requirentes y los señores Tarrío, Castiñeira, Núñez y Pereiro, los testigos Sr. D. Ramón de Andrés García, Excmo. Sr. D. Julián García Reboredo y el señor doctor D. José María Portal González vecinos todos de esta ciudad de Santiago sin incapacidad. De lo contenido, conocimiento de los testigos, haberlo leído, advertido a todos su derecho a hacerlo, que no usan, yo Notario lo signo, firmo y doy fe. ---Ramón Ramiro Rueda. ---Joaquín Díaz de Rábago. ---Alfredo Brañas. ---Salvador Cabeza León. --- José Tarrío García. ---Carmelo Castiñeira Antelo. ---Manuel Núñez González. ---Juan Pereiro Romero. ---Ramón de Andrés García. ---Julián García Reboredo. ---José María Portal González. ---SIGNADO Y FIRMADO: Jesús Fernández Suárez.
¿Y el viudo Manuel Murguía, por qué no aparece en la traslación?
ResponderEliminarProbablemente por los remordimientos de estar violando la última voluntad de Rosalía de descansar en Iria.
¡Devolved a Rosalía a Padron, Ladrones y profanadores de tumbas!